lunes, 9 de noviembre de 2009

Primerizas

Si fuese comerciante, pondría un mall exclusivo para madres primerizas. ¿Han visto que las primerizas compran todo? Libros de autoayuda, cursos de masaje shantala, juguetes didácticos (que salen carísimos y encima a los niños no les divierten porque no tienen luces ni sonido), poleras para dar papa, bolsos gigantes para guardar tres pañales y una muda diminuta, 15 clases de natación (aunque a la tercera la guagua se resfría y abandonan), bolsitas especiales para botar pañales, que la única diferencia que tienen con las del Jumbo es que se pagan...

Las primerizas son consumidoras obsesivas. Y todas son iguales. Creen que saben todo porque se suscribieron al sitio de Internet que les va diciendo mes por mes cómo evoluciona el niño y llaman al pediatra si el sitio en cuestión reza que ya debe gatear y con suerte su hijo se mantiene sentado.

Yo no fui la excepción. Tengo libros sobre primera infancia de todos los colores y tamaños y desperté a mi pediatra más de una vez en la madrugada por cuestiones que hoy me parecen insólitas.

Me acuerdo una vez, cuando Sol tendría cuatro o cinco meses, mientras estaba sentada en el baño ordeñándome con un sacaleche a pila, me puse a leer un libro que terminaba con un capítulo sobre cómo organizar el primer cumpleaños (lo confieso: ¡yo pagué por ese libro!). La chica todavía no comía ni papilla, y yo ya estaba pensando en su festejo.

Llegado el momento contraté un catering de lujo. Vestí las mesas del salón con metros de raso blanco y las envolví con tul morado. Compré una garrafa de gas para que los globos colgaran del techo, le pedí a una diseñadora amiga que me copiara unas tarjetas de invitación de Martha Stewart Kids, y las imprimí con calidad de revista europea en un papel metalizado de 120 gramos. Encargué una torta con todos los personajes de Pooh hechos en mazapán y me estresé como si se tratar de mi matrimonio. O más.

Para el de Malena, en cambio, mandé invitación por email y le pedí al esposo de una compañera de trabajo que tiene confitería que me hiciera dos docenas de sanguchitos en pan de molde, cortados al medio para que rindieran más. La torta la hizo mi hermana, que como repostera es una excelente psicóloga.

Conozco primerizas más y menos estresadas. Tal vez tenga que ver un poco con su modo de ser, y otro poco con el tipo de guagua que les ha tocado en suerte. Los muy llorones tienen mamás más preocupadas y con más sueño. Los menos llorones mamás apenas más relajadas y descansadas. Pero todas, todas, absolutamente todas, comparten esa fascinación de los niños como monotema.

No importa edad, condición social, económica, religión, formación académica ni laboral. Las primerizas sólo hablan de cosas de primerizas: si el pañal rojo es mejor que el verde, que el chupete es una maravilla, que ya tiene seis meses y los cólicos no paran pero el sitio de Internet dice que deberían mermar, que el reflujo, que el curso de gimnasia posparto, que no agarra la mamadera, que si la guata en algún momento va a volver a ser digna de un bikini, que si mejor la sala cuna que queda a la vuelta o el jardín de mejor reputación que queda a cuarenta minutos...

A las madres primerizas les da mal humor que una madre experimentada les diga que se están haciendo demasiado problema por todo, y creen que su niño es más inteligente que la media. Todas creen lo mismo. Todas lo creímos (y lo creemos).

Lo que pasa es que a medida que pasan los años y reincidimos con uno, dos, o más hijos, nos vamos dando cuenta que por más esfuerzo que hagamos hay un momento en el cual los niños empiezan a hacer lo que ellos tienen ganas de hacer. Más allá de lo que nosotras queramos. No les importa que el curso de natación esté pagado hasta fin de año. Ahora quieren gimnasia artística porque la amiguita del curso se anotó en la gimnasia y no hay manera de ponerles el traje de baño. Yo intenté –siempre tan pedagógica- sobornarla con un bikini nuevo, flúo, lleno de estrellas, pero tampoco funcionó.

Y un buen día decidimos que está bien. Que ya crecieron y tienen derecho a opinar. Entendemos que es momento de guiarlos, pero también de dejarlos ser. Y que lo que mejor podemos hacer por ellos no es llevarlos de la mano, sino estar cerca por si nos necesitan.

O darles un celular, y que cualquier cosa nos llamen. Da lo mismo, ¿no?

2 comentarios:

  1. COMPRE TANTA TONTERA DE LAS QUE ME ARREPIENTO. A PENAS VEO A UNA CONOCIDA EMBARAZADA LE DIGO DE INMEDIATO NO COMPRES ESTO Y ESTO, PERO SE QUE IGUAL LO VAN A COMPRAR!

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  2. Cuánta realidad! Compré boludeses, pensé en el cumple años y tenía 4 meses! sigo con los juguetes que los estimulan. Y el bebe se copa más con una caja o un almohadón que con cualquier cosa! Hasta ahora lo que más me ha funcionado de todo lo que he hecho como primeriza, es leer blogs y escribir uno propio: www.terapiadeprimerizas.blogspot.com Gracias por compartir lo que te pasa!

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