jueves, 21 de enero de 2010

revelación en el Baby Shower

La Joana está a punto de explotar y sus amigas le organizaron un tremendo Baby Shower. El ambiente parecía salido de la última edición de Martha Stewart Kids. Globos rosados colgando del techo, decorando maceteros, servilletas importadas con motivos de guagua, guirnaldas de osos, piluchos pegados a las paredes. Ni un detalle faltó. Topísimo, y la verdad que lo pasamos chancho.

No éramos muchas, lo cual me hizo sentir muy agradecida por la invitación. Y entonces me puse a pensar cómo había sido que, en apenas unos tres meses, la Joana y yo nos habíamos hecho lo suficientemente cercanas como para invitarme a esta cuestión. Y lo descubrí: es que, en cierto momento de la vida, las mujeres buscamos “amistades útiles”. Y cuando las encontramos, no las dejamos ir.

Mi teoría es la siguiente: la Joana y yo nos hicimos amigas, básicamente, porque nuestras hijas se hicieron amigas. Y nuestras hijas se hicieron amigas, básicamente, porque nosotras nos caímos bien, tenemos la misma edad, ondas similares, etc. Es un círculo vicioso, y virtuoso.

Piensen: ¿quiénes son sus amigas más cercanas, las que tienen hijos de las mismas edades que los suyos o la soltera que la juega de tía pero no entiende nada de maternidad? Y ustedes, las otras, piensen. ¿Con quién han conversado últimamente, con la que como ustedes anda pololeando y planificando la mochileada de febrero o con su amiga de la infancia que nunca tiene tiempo porque siempre está ocupada corriendo detrás de los cabros chicos? ¡Eureka! No somos malas, somos mujeres. Somos prácticas, y buscamos amistades que nos sirvan, nos reditúen, por decirlo de alguna manera.

La Camila se educó en un colegio de monjas. Yo, en uno judío. Ella es descendiente de japoneses, y yo los únicos japoneses que conocía eran los de la tintorería de la vuelta de casa. Ella viajaba a Disney en Business. A mí con cueva si me llevaban en barco al Uruguay. Ella ama la comida orgánica. Yo amo Burguer King. Ella morocha, yo rubia. Ella pelo lacio, yo frizz. Ella flaca, yo ...

Hasta que un día nos topamos en un jardín maternal, su Lola y mi Sol se hicieron inseparables, y de repente resultó que ella y yo teníamos demasiadas cosas en común. Hoy, cinco años después, es la madrina de la Malena y la persona a la que de verdad le confiaría a mis hijas si algún día me pasara algo (¿valdrá esto como testamento?).

Volviendo al punto: yo estaba en el Baby Shower por ser la mamá de la amiga de la hija de la Joana. Al revés de lo que los hombres piensan, las minas no somos nada jodidas. Somos híper pragmáticas. Buscamos lo que nos conviene, ¿o no? Una amiga con niños de la misma edad que los propios es una apuesta segura, como un blue jean recto. En cambio una sin hijos, o con hijos mucho más pequeños o mucho más grandes, o recién separada, es como comprar un vestido estampado. Necesitas tenerlo en tu closet, pero te lo pones una o dos veces por temporada, ¡no más! Y no porque no quieras, sino porque realmente no encuentras oportunidad de usarlo.

Claro que esta teoría no aplica en al ámbito laboral. Allí una es profesional, la maternidad se neutraliza, nos acercamos a nuestras pares para pelar al jefe, y pa eso no es necesario compartir situación familiar. Pero afuera, es fija.

Suena horrible, ya lo creo, pero si lo piensan verán que no es tan malo. De hecho es una revelación que pretende ahorrarles tiempo a todas, para que no anden invirtiendo en relaciones que no llegarán a nada. Hagan la prueba, la próxima vez que tengan oportunidad de conocer a alguien, antes de preguntarle el nombre, pregunten estado civil y cantidad de hijos. Así, al menos, sabrán la probabilidad de que las inviten o no al Baby Shower.

lunes, 11 de enero de 2010

Las madres Queni

Hay un estilo de madres que me pone muy nerviosa: las Queni. Queni trabajan, Queni se ocupan de los niños. El viernes a las 11 de la mañana llevé a la Male a los juegos del mall de la Dehesa. Me llamó la atención una nana que cuidaba, sola, de cuatro pequeños hermanitos. Si escuché bien, se llamaban Benjamín, Amalia, Pedro y Catalina. Sorry si alguien los conoce, pero bien vale el ejemplo.

El Benjamín y el Pedro caminaban por el resbalín, y las niñitas saltaban por el puentecito, de un lado al otro, sin parar. Hasta que una dio un mal paso y cayó de guata al suelo. Pegó un grito desconsolado y en eso veo que una tipa que estaba sentada en la otra punta, leyendo un libro con un vaso de Starbucks en la mano, le grita sin levantarse de la silla: “No pasó nada mi niña, vuelva a jugar y tenga más cuidado”. Y luego pide a la mujer de uniforme azul: “Por qué no los lleva a comprar unos dulces así se tranquilizan”.

Yo no estoy en contra de las mujeres que eligen dedicarse a la maternidad. Las admiro, entre otras muchísimas cosas, por tener la capacidad de no sentir ni un poco de culpa cuando usan la tarjeta de débito (cosa que todavía no he logrado). En cambio, sí me declaro ferviente opositora de estas madres Queni. O sea: la profesión, o la familia. Las dos, ojalá. Pero ninguna... en el año 2010 ¡no da!

Igual típico que después son las que descubren que el marido las engaña y se hacen las huevonas con tal de no tener que hacer el esfuerzo de encontrar otro ganso que las mantenga. ¿Y quién puede culparlos? ¿Qué hombre quiere al lado una mujer Queni? Ninguno supongo. El mío al menos me daría una patada en el poto que me llevaría sin escalas hasta Buenos Aires. Ida y vuelta.

Tengo amigas ricas, pobres, judías, católicas, agnósticas, gerentas de bancos, parvularias, abogadas, desempleadas, madres dedicadas. Tengo amigas de todos los colores, formas y tamaños. Pero no tengo ni una amigas Queni. De hecho jamás sería amiga de alguna. Supongo se deben juntar entre ellas, a hablar de temas queni me interesan.

Pero si alguien conoce a alguna, y la quiere, le pido por favor que la transmita la siguiente reflexión: el primer ejemplo para nuestros hijos, somos nosotras. Si les enseñamos que mamá se levanta temprano para ir a trabajar y cuando vuelve, agotada, se sienta a ayudarlos con la tarea, el día de mañana sabrán del valor del sacrificio, la perseverancia y la importancia de la educación. Si estamos todo el día con ellos, aprenderán que en la vida hay tiempo para todo y que a veces una elige postergarse un poco para priorizar un proyecto familiar.

Ahora, si les enseñamos que mamá ni trabaja ni se ocupa de ellos porque total para traer la plata está el papi, y para cuidarlos las nanas, el día de mañana aprenderán exactamente eso: que siempre se puede contratar a otro para que haga lo que no tenemos ganas de hacer. Es decir que según esta teoría, las madres Queni tienen un 100% de posibilidades de terminar abandonadas en un geriátrico, mientras sus hijos llevan a los nietos al mall para leer un libro y tomar café. Que feito. Pobres Quenis.

jueves, 7 de enero de 2010

Diez reflexiones de mis días en Buenos Aires

1. Las mamás sirven en dos momentos particulares de nuestra vida. Cuando somos pequeños para que nos cuiden, y cuando tenemos hijos para que los cuiden. Dejar a los cabros chicos al cuidado de los abuelos es un verdadero lujo que había olvidado. Ahora, de los cinco a los treinta años, ¿para qué necesitamos una madre? Buena pregunta.

2. Las madres argentinas tienen cero drama con operarse las pechugas. Ví más tetas turgentes de lo esperado. Y me sentí muy, muy, muy humillada.

3. Lo que más extrañaba de Buenos Aires era tener la posibilidad de caminar por la calle. La lata es que están tan poceadas que terminé extrañando las avenidas sin vereda de Santiago. Pasear con un cochecito de guagua es una verdadera misión imposible. Una pena.

4. Yo creí que como allá estaba mi familia iba a desentenderme completamente de las niñitas. No pasó. Se ve que de verdad me quieren y me necesitan... Evidentemente sigo haciendo las cosas mal.

5. ¿Por qué será que los maridos creen que cuando una sale de vacaciones tiene que tener mejor humor y más apetito sexual que de costumbre? Sobre todo si las vacaciones no incluyen nana... Como ya dijimos: doble pega, ¿qué tiene eso de bueno? ¿O de sexy?

6. Si viajas a la Argentina no lleves perfume. Lleva repelente para los mosquitos que es lo único que vas a usar. No tiene nada que ver con la maternidad, I know, pero créeme que agradecerás el dato.

7. Las colonias de vacaciones son un gran invento. Es injusto que todos conozcamos a Steve Jobs y nadie a ese gran héroe que inventó la primera colonia. A ese hombre o mujer habría que darle el Nobel de la Paz (de la Paz mental).

8. Estaba en la piscina jugando con las niñitas, mientras mi marido tomaba licuado de durazno con naranja. Y en ese momento tuve una macabra revelación: soy el peor Mc Combo del mundo. Si él me deja, con esta guata y dos pendejas no me toma nadie. O bajo la guata, o cuido de mi marido.

9. Es un mito que las mujeres argentinas son lindas y flacas. Yo tengo UNA amiga gordita.

10. Lo mejor que le puede pasar a una madre en vacaciones... ¡es que terminen!