viernes, 6 de mayo de 2011

Feliz día de la esponja

Antes me tenía que poner el despertador para entrar a trabajar a las 10 de la mañana. Ahora me levantan antes de las 7 para preparar leche, hacer tranzas y atar cordones. Y sigo entrando a trabajar a las 10.

Antes salía a carretear hasta cualquier hora. Ahora a las nueve de la noche estoy raja.

Antes podía tomar café después de la cena. Ahora con cueva si puedo terminar la cena sin que me interrumpan por distintas huevadas.

Antes miraba las noticias, las series internacionales y alguna teleserie. Ahora estoy condenada al Discovery Kids, Disney Channel y, con un poco de suerte, alguna teleserie juvenil tipo Los Hechiceros de Weverly Place.

Antes pensaba que mi mamá no sabía nada. Hoy soy yo la acusada de no entender.

Antes esperaba el fin de semana para descansar. Ahora espero que sea lunes.

Antes me gustaba leer en silencio. Ahora aprendí a leer con mucho ruido.

Antes mis pechugas eran mi arma de seducción. Hoy… no, hoy ya no.

La maternidad es bien curiosa. Me agota, me abruma, me supera... ¡pero me encanta! Realmente me carga no disponer de mi tiempo, y sentir que siempre estoy en falta. Pero supongo que es lo que me toca. Lo que nos toca. Nuestras abuelas tenían que quedarse en la casa. Nuestras madres tenían que ir a la universidad y, pobrecitas nosotras, tenemos que hacerlo todo.

Nos guste o no, somos un poco cocineras, un poco médicas, un poco sicólogas, un poco parvularias, un poco juezas y obviamente somos grandes malabaristas. Si no fuésemos mujeres, posiblemente todas seríamos esponjas.

Feliz día para todas las madres capaces de absorber múltiples responsabilidades. Feliz día para las esponjas.