miércoles, 30 de noviembre de 2011

Un drama es un drama. Una boludez es una boludez

Hace casi tres meses que no escribo y no quiero ahondar en detalles para no deprimir a nadie, aunque a modo de excusa aquí va un resumen: murió mi abuelo, ocho días después murió mi abuela y en el medio al hijo de una amiga muy querida le diagnosticaron leucemia.

Nos preocupamos por tantas boludeces que de vez en cuando la vida se encarga de sacudirnos un poco (o mucho) para recordarnos qué es realmente importante, y qué no lo es.

Cada vez que llega diciembre me pasa lo mismo: primero, me enojo conmigo por no haber hecho ninguna actividad física regular desde enero. Después, me desespero pensando cómo voy a sobrevivir hasta marzo.

Por algún motivo este año es diferente. Tal vez tenga que ver con este sacudón del que les hablaba. O tal vez sea simplemente porque las niñitas están más grandes. La cuestión es que me tiene absolutamente sin cuidado que se terminen las clases. Y encima tengo la cueva de que las mejores amigas de Malena son hijas de médicas, así que sus mamás tampoco están disponibles para llevarlas de paseo un martes a las 2 de la tarde y probablemente se junten con las nanas hasta que nosotras volvamos de la pega. La culpa compartida es menos culposa!!

Hoy se supone que Malena actúa de mariposa. Digo se supone porque sus maestras se encargaron de repetirme una y mil veces que tiene pánico escénico. OK, veremos. Y también le ponen los frenillos a Sol. Heavy, es el síntoma de vejez menos pensado. “Mi hija usa frenillos”. Ohhhhhh q vieja estoy.

El otro día organicé en casa la primera pijamada. Vinieron tres amigas de Sol, y no tuve mejor idea que prepararles una búsqueda del tesoro en el jardín. De noche, y con linternas. Lo pasaron increíble, aunque yo terminé raja después de treparme al árbol para esconder la pista siete y meterme debajo de la reposera para esconder el tesoro.

Soy ingeniosa y divertida con las niñas cuando quiero. El tema es que casi nunca quiero!!! La mayoría de mis amigas acaban de parir o están embarazadas del tercer hijo. Y la verdad es que encuentro que están locas. Si con dos la vida es manejable, para qué sumar un problema, por más dulce, mamon y regordete que pueda ser (el problema)??

Pienso en mi amiga y en su hijo con leucemia y me siento una imbécil. Eso es un problema. Todo esto es un moco.

Que el árbol no nos impida ver el bosque. Tener hijos sanos es una bendición y no una obviedad. Si Male no quiere bailar de mariposa me importa una raja. Si Sol no soporta los frenillos y a los diez días hay que sacaros los sacaremos.
Un drama es un drama. Una boludez es una boludez.

saludos,
@vanirosenthal

viernes, 16 de septiembre de 2011

Lo hizo!!!!!!!!!!!!!!!!

Maradona hubiese dicho una grosería. Como cuando en esa conferencia de prensa le dijo al periodista: "A mi que me la chupen". Pero yo, que soy una lady, simplemente voy a decir: "¿Vieron que es completamente normal?"

En el jardín de Male celebraron el dieciocho y a ella le tocó vestirse de china. Fue un poco customizada (blusa blanca con puntitos rojos, falda negra y zapatos animal print), pero cumplió. La comunicación decía que no hacía falta salir a comprar así que nos arreglamos con lo que había en la casa.

Llegó feliz y primera a la sala y esperó sentada, pintando, que llegaran sus compañeros. Con mi marido ni siquiera llevamos cámara de fotos. Es que cuando tantas veces te dicen que tu hija se queda muda y recluida, te lo empiezas a creer.

Pero apenas sonó la música ocupó su puesto, puso sus manos detrás de la espalda y bailó el pica pica más bonito del mundo. Gozó, sonrió, saludó con una preciosa reverencia al terminar y, cuando preguntaron si todos tenían bandera de Chile en la casa, ella contestó que no "porque soy de Argentina".

Malena la tiene clarísima. Es mil veces más inteligente que todas las personas que alguna vez dudaron de ella. Mil veces más graciosa, más astuta, más creativa y buena amiga. Porque cuando vio que una niñita quedaba sin pareja, la invitó a que bailaran de a tres.

Acá iba un párrafo que, releyendo, consideré un poco ofensivo y decidí sacarlo. Jajaja, sorry a quienes me siguen, pero si en verdad pongo todo tal cual lo pienso temo ciertas miradas cruzadas que no tengo ninguna intención de tolerar!!

Perdón princesa por sospechar que algo de lo que decían de ti podía ser cierto. Eres seca Malenita. Menos mal que el papá de la Maya llevó cámara y registró tu alegría. Ni tus maestras podían creer lo concentrada que estabas. Bien por ellas, al fin y al cabo, que esta semana hicieron tanto refuerzo positivo que ya no sabemos qué hacer con tantos premios.

¿Moraleja? como ya dijimos mil veces, los niños son niños. No máquinas. Cada uno es un diamante en bruto (algunos más brutos que otros), pero lo importante es que todos tiene potencial para brillar.

martes, 6 de septiembre de 2011

El lucro no me importa (mucho)

No estoy de acuerdo con el debate. En un punto, me da lo mismo si la educación es pública o privada. Lo que de verdad me importa es si la educación es buena o mala. Si es lúdica o tipo militar. Si hay lugar para lo pragmático o todo tiene que ser académico. Si los colegios de hoy están preparados únicamente para educar niños en serie o si se la pueden con niños fuera de serie.

Lo que conozco, me preocupa. Ya les conté una y mil veces lo inquieta que es Malena. Tiene 3 años y medio y está tan pero tan linda! Canta, baila, se disfraza, intenta escribir su nombre, inventa historias, le fascinan las burbujas y cuenta hasta dieciséis (aunque a veces se saltea el once). Pero en su colegio están muy preocupados. Resulta que no logra ordenarse y eso, dicen, merece apoyo externo. Me recomendaron una sicopedagoga que, por teléfono, me sugirió un tratamiento de 6 meses, dos veces a la semana, a $20.000 (aprox 45 dólares) la sesión.

Eso es grave. Es malo que los colegios no puedan tolerar tener niñitos que les desordenan la sala. Es malo que mi amiga Ale se gaste la mitad de su sueldo girando con su hija de seis por una infinidad de expertos que coinciden en que la pobre niñita no tiene absolutamente nada pero en la escuela insisten en que ‘anda un poco sola en los recreos y no quiere leer en voz alta’. Y eso, dicen, también merece apoyo externo. Es insólito que no exista un curso en el que no haya, al menos, dos alumnos medicados.

Esa debería ser la discusión. Porque si esta es la política de educación cuando son chicos, de aquí a unos años las universidades no serán necesarias. Para formar robots, se necesitan fábricas, no universidades. Para formar niños en serie, se necesita una suerte de laboratorio onda Dr. Jekyll y mr Hyde. No se necesitan escuelas con harto verde, ni salas con colores vivos, ni nada de eso. Y yo quiero eso, así que definitivamente estoy cagada.

Quiero que mis hijas sean fuera de serie, independientemente de lo que elijan. Me da igual si son abogadas, maquilladoras, vendedoras, arquitectas o cocineras. Lo único que me importa es que no agachen la cabeza y miren para abajo. Que siempre sepan que se puede cuestionar, que no está mal dibujar peces en el cielo y árboles con frondosas copas celestes y troncos rosados. Que no canten si no quieren, que no bailen si son pudorosas y que suban el resbalin por la parte de adelante y no por la escalera, si así se les antoja.

La educación pública es una lucha legítima, pero no es la mía. Yo sólo pretendo que mucho antes de elegir qué quieren ser cuando grandes, puedan elegir qué y cómo quieren ser cuando chicos.

¿Muy serio el post? Lo siento, pero si no me decargo en mi propio espacio, dónde? Estoy furiosa!!!!!

Ah, y estoy incursionando en twitter. Me pueden seguir en @vanirosenthal


gracias x permitirme la catársis. besoooo!

domingo, 7 de agosto de 2011

Aniversario sin equipaje

No me pidieron casamiento de una manera muy romántica. Estábamos en el estacionamiento subterráneo de una clínica. Habíamos ido a visitar una amiga periodista que había tenido mellizos. Y ahí, con olor a monóxido de carbono y ruido de motores como telón de fondo, me preguntó si me casaría con él.

Han pasado diez años desde que por disposición de las autoridades argentinas tengo su apellido en mi carnet de identidad, cosa que odio profundamente. Debería estar más equilibrado el asunto: ahora que los gays se pueden casar estaría bueno que nosotras podamos seguir usando nuestro apellido como apellido... ¿o es mucho pedir?

Nadie nos dijo que el camino sería fácil, y de hecho no lo ha sido. Pero aquí estamos, juntos, criando a dos hijas que nos vuelven absolutamente locos (en el sentido metafórico y también en el literal), re-eligiéndonos cada mañana a pesar de las muchas cosas que nos molestan del otro. He aprendido a convivir con sus ronquidos y él ha aprendido a esquivar los zapatos que sin querer me olvido por toda la casa. Juro que intento dejarlos en el clóset, pero por algún motivo no lo logro. Jajaja

Podríamos haber organizado una gran celebración familiar, y hasta podríamos haber editado un CD con fotos y música bonita que recorra los 16 años que levamos juntos (sí, 6 de pololeo, y por favor no me juzguen!). Pero finalmente tomamos la mejor de las decisiones: desaperecer!!!!! Sí, por primera vez desde que nacieron las niñitas, es decir exactamente 7 años, nos vamos de viaje en serio: diez días, nueve noches, completamente solos. Y no siento ni un poquitito de culpa. Nada. De hecho no puedo creer que haya pasado tanto tiempo sin que nos animáramos a viajar ‘sin equipaje’.

Dormir hasta cualquier hora, entrar a las tiendas sin que nadie me pida que le compre absolutamente todo lo que está a la venta, leer un libro sin ilustraciones... es que en verdad no puedo creer que sea cierto. Nos vamos en un par de días y estoy contando los minutos. Las niñitas se quedaran en casa con la mejor compañía posible: la tía y la abuela.

Estoy más excitada que cuando me fui de viaje de estudios, más ansiosa que la noche anterior a titularme y más hiperventilada que Dori, la pecesita de Nemo.

¿Qué dijeron las niñas? Male no cachó nada y Sol sólo preguntó si le íbamos a traer un Ipod. Si ese es el precio de mi libertad, estoy dispuesta a volverme distribuidora oficial de Apple en chile.

viernes, 22 de julio de 2011

Amigas útiles... o inútiles, sin ánimo de ofender

Luego de algunos meses de ausencia, me dieron ganas de volver a hacer catársis. El asunto es el siguiente: a mis dos hijas las revolvieron de curso. Y eso quiere decir que a mí me revolvieron de madres. Tanto tiempo invertido en generar lazos con mis coapoderadas para no sentirme sola, hacer familia en Chile y, por qué no, poder pedir favores sin sentir culpa, y ahora están en la sala de al lado…

Andy además de ser mi amiga es mi vecina. Nuestros hijos eran compañeros y ella siempre estaba full dispuesta a cooperar conmigo. Hasta se ocupaba de alimentar a nuestras tortugas cada vez que viajábamos a Buenos Aires. Pero ahora ‘nos’ separaron… y cagué nomás. Algo parecido me pasó con la Carol. Que Malena y la Javi fueran compañeras era buenísimo (y comodísimo). Ahora es apenas un grato recuerdo… Pensé que a lo largo del semestre el tema mejoraría, pero nada. Vivo marcando ocupado. ¡No conozco a nadie!

Hubo un momento en el cual mis amigas tenían todo en común conmigo. Ahora admito que me viene mejor que tengan todo en común con mis hijas. Suena atroz, ya lo he dicho. Pero ¿quién puede decir que aún conserva intactas las relaciones con mujeres que no están en la misma parada? Las solteras se juntan con las solteras. Las casadas con las casadas. Las que tienen hijos con las que tienen hijos (y si son de la edad mucho mejor). Da lo mismo que soñemos con revolvernos, con salir a carretear con las solteras o viajar a Tahiti con las que han decidido postergar la maternidad… en la práctica, sabemos que es bien poco probable que suceda.

Es feo decir que una busca relaciones útiles, pero es honesto asumir que llega un momento en el cual si vamos a sumar amigas a nuestra selecta lista de afectos cercanos, más vale que valgan la pena. ¿De qué sirve entusiasmarnos con una compañera de trabajo bien chora, que comparte un montón de intereses pero que luego nos propone ir a hacer rafting a Mendoza por el fin de semana con un lote de mujeres que no tiene idea cuál es la palabra mágica para entrar a la casa de Mickey Mouse? Mejor compartir el almuerzo en el casino y después cada una a su mundo.

Hace algunos días se celebró el día del amigo, una fecha que en Argentina es casi tan importante como el día de la madre. Haciendo una especie de balance, caché que en verdad salvo mis cuatro mosqueteras de siempre (Vane, Pao, Aro y Vani), todas las otras amigas a las que quise saludar son mamás de compañeritas de las niñas. ¿Casualidad? No creo. Es un requisito: si quieren ser mis amigas, más vale sepan de lo que hablo cuando les diga Miska Musca Mickey Mouse.

Entiendo la teoría de que los cabros tienen que adaptarse a los cambios, que lo que no los mata los fortalece y que tendrán que enfrentar tantas situaciones estresantes por el resto de sus vidas que un cambio de curso es un buen ejercicio para inmunizarlos frente a la vida. La entiendo, pero no la comparto ni un poco. Si podemos hacerles (y hacernos) la vida más simple, ¿por qué siempre hay alguien dispuesto a complicar todo? Me carga que hayan revuelto los cursos. ¡He dicho!

viernes, 6 de mayo de 2011

Feliz día de la esponja

Antes me tenía que poner el despertador para entrar a trabajar a las 10 de la mañana. Ahora me levantan antes de las 7 para preparar leche, hacer tranzas y atar cordones. Y sigo entrando a trabajar a las 10.

Antes salía a carretear hasta cualquier hora. Ahora a las nueve de la noche estoy raja.

Antes podía tomar café después de la cena. Ahora con cueva si puedo terminar la cena sin que me interrumpan por distintas huevadas.

Antes miraba las noticias, las series internacionales y alguna teleserie. Ahora estoy condenada al Discovery Kids, Disney Channel y, con un poco de suerte, alguna teleserie juvenil tipo Los Hechiceros de Weverly Place.

Antes pensaba que mi mamá no sabía nada. Hoy soy yo la acusada de no entender.

Antes esperaba el fin de semana para descansar. Ahora espero que sea lunes.

Antes me gustaba leer en silencio. Ahora aprendí a leer con mucho ruido.

Antes mis pechugas eran mi arma de seducción. Hoy… no, hoy ya no.

La maternidad es bien curiosa. Me agota, me abruma, me supera... ¡pero me encanta! Realmente me carga no disponer de mi tiempo, y sentir que siempre estoy en falta. Pero supongo que es lo que me toca. Lo que nos toca. Nuestras abuelas tenían que quedarse en la casa. Nuestras madres tenían que ir a la universidad y, pobrecitas nosotras, tenemos que hacerlo todo.

Nos guste o no, somos un poco cocineras, un poco médicas, un poco sicólogas, un poco parvularias, un poco juezas y obviamente somos grandes malabaristas. Si no fuésemos mujeres, posiblemente todas seríamos esponjas.

Feliz día para todas las madres capaces de absorber múltiples responsabilidades. Feliz día para las esponjas.

miércoles, 13 de abril de 2011

Mi hija, la ecologista

Hijos chicos problemas chicos. Hijos grandes problemas grandes. Hijos hombres problemas que se solucionan con una pelota de fútbol. Hijas mujeres problemas que se solucionan en terapia. Puta que son complicadas las minas desde siempre. Todavía falta un lustro para que se enfermen y ya se les nota el mal humor, mínimo, una vez cada 28 días.

Se pelean con las amigas con una intensidad que asusta y se toman a título personal cuestiones que nada tienen que ver con la inocencia de la edad que tienen. Entre todas las cosas que preocupan a Sol, mi hija de casi 7 años, lo que más me rompe las pelotas es su “amor por el planeta”.

Convengamos que la ecología está de moda. Pero ahora resulta que todos tenemos que pensar en verde. Y a mí, que pocas cosas me importan menos que salvar el mundo y pocas cosas me gustan más que un buen abrigo de piel, me salió la hija más ecofriendly del mundo.

Por pedido de la Sol tuvimos que comprar hojas de papel reciclado para ocupar en la impresora de casa. Tengo la logia repleta de latitas, botellas y ampolletas que en algún minuto llevaré al punto limpio (pero mientras tanto sólo sirven para acumular mugre) y ni se nos puede ocurrir usar agua demás al lavarnos los dientes porque ella cerrará la llave antes de que podamos empezar con los buches.

O sea, me encantaría tener tres basureros de colores porque lo encuentro cool, no porque me vaya a tomar medio minuto en separar el cartón del vidrio o el plástico. ¿Se entiende?

Era mucho más fácil en nuestra época, cuando podíamos ser irresponsables ecológicos y los problemas con las amigas se solucionaban mágicamente después de 12 horas de sueño. Ahora todo lo tienen que hablar, analizar, juzgar…

El otro día Sol peleó con una compañera porque la vio pisando una hormiga. Se indignó, casi como si la pobre niñita hubiese cometido un asesinato. Lo encuentro una exageración. Está bien que las nuevas generaciones vengan con un chip distinto al nuestro, que sean más conscientes, que aprendan a usar el computador antes de aprender a sonarse la nariz, pero los extremos siempre son malos.

No quiero hacer de esto un manifiesto antiecológico, pero sí permítanme un llamado a la reflexión: si seguimos así después nos van a prohibir usar botas y carteras de cuero, nos van a alegar porque las fuimos a buscar en auto y no en bici a la casa de la amiga que vive en la punta del cerro y se van a alarmar cuando incendiemos el panal de abejas que está cerca de la parrilla para que ningún bicho nos estorbe el asado.

Como madre, he adquirido muchas más capacidades de las que imaginaba. El otro día estuve media hora respondiendo preguntas ridículas de distinta índole sin perder la compostura (“¿Por qué las cajas de cartón no envejecen?” “¿Si no me caso igual puedo ir a la universidad?” “¿Por qué los pobres no trabajan para dejar de ser pobres?”, por sólo citar tres ejemplos), y me siento mucho más capaz que antes. Pero no estoy preparada para convivir con una pequeña activista de Green Peace. ¿Está mal?

miércoles, 23 de marzo de 2011

No más guaguas (Aleluya!!!)

Lo peor que tiene la maternidad es que es algo irreversible. ¿Lo mejor? ¡¡Exactamente lo mismo!!

Estoy en un buen momento. Ya sin guaguas en la casa me siento absolutamente feliz de compartir mi vida con esas dos princesas que me necesitan cada vez menos.

Ahora que la Malena se convirtió en un ser civilizado, que habla y no muerde, va al baño cuando quiere pipí y es capaz de sentarse a jugar con la Pascale sin sacarle la cresta, estoy absolutamente babosa por ella. Me encanta esa cuota de picardía que aún acompaña cada uno de sus movimientos, los gestos de “yo no fui”, la alegría con la que habla de sus amigas y la inocencia con la que cada día me pregunta: “¿Cuándo llega el avión?” ¿Qué avión? “El que trae a la abuela Susy a Chile”.

La lata es que, pobrecita, algunas otras madres imbéciles se han encargado de etiquetarla de Malula y esas cosas son muy difíciles de revertir. Imaginen el grado de imbecilidad que hasta dejan de invitarla a panoramas, supongo, por temor a que los arruine. Heyyyy chiquillas… si supieran que las malas energías vuelven como búmeran recargado…

Como le decía ayer a una nueva amiga que tengo: se creen que afectan a las niñitas, pero en realidad ellas ni pescan. Entonces las huevonas quedan pésimo con nosotras, las puras mamás. ¿Es necesario? Yo creo que no. Pero yo no soy imbécil. Mi nueva amiga tampoco. Ellas…

En fin, volvamos al callo: he descubierto que en verdad la maternidad me sienta muy bien. Lo que no me gustan son las guaguas. Si pudiera parir puros cabros de tres años tendría dos o tres más. Pero como eso no es posible, hasta aquí me quedo.
Ahora sí ha llegado el momento de gozar. Podemos dormir 9 horas seguidas cada noche, conversar (un ratito) mientras las niñitas juegan a las barbies y hasta esperar en la cama que nos traigan el desayuno y después nos hagan masajes.

Señoras y señores, ¡esto sí es vida! Es cierto que hay otras preocupaciones y que las que vendrán serán todavía más peludas. Pero no tener que preocuparme de que se traguen el pinche, se caguen en el mall o peleen con otras niñitas por no compartir un dulce es lo más parecido a la felicidad absoluta que he experimentado últimamente.

Así, ¡me fascina ser mamá!

miércoles, 16 de marzo de 2011

¿Perros o hijos?

Un perro es un perro. Un hijo es un hijo. O sea, las perras tienen cachorros, nosotras tenemos guaguas. ¿Se entiende? Qué bueno, porque me cargan las mujeres que hablan de los canes como si se tratara de sus hijos.

Mi amiga Vani es el mejor exponente: tiene un hijo, un perro y una gata. Y no sé si quiere a los tres por igual... tal vez a la gata un poco menos. Ya perdí la cuenta de cuántas veces discutimos por lo mismo. Ella dice que yo soy una insensible. Yo digo que ella es una exagerada.

El tema es que muy a pesar mìo, cada vez son más las mujeres que deciden ser mamás de perros. Obvio, es mucho más fácil... ¡básicamente porque cuando crecen no hablan!

Veamos algunos pros y contras de tener hijos vs tener perros

Hijos:
Se cagan y se mean, mínimo, dos años
Si tienen reflujo puede que pasen 12 meses antes de que una pueda volver a dormir 8 horas seguidas
Quieren saber el por qué de todas las cosas
Cortarles las uñas es una misión (casi) imposible
A los siete empiezan a pedir un celular
A los diez no pueden vivir sin un celular
A los quince más vale que hayamos tenido una charla (seria y avanzada) sobre educación sexual
A los dieciocho salen con el auto de noche y otra vez nos quedamos sin dormir
No se pueden devolver, por más fallas que tengan

Perros:
En cuestión de semanas aprenden a mear en el papel de diario y a cagar en la plaza
Si no pueden dormir los dejas afuera, cierras la puerta y sigues roncando tranquila
No hablan
No hace falta cortarles las uñas
Con un huesito están felices, no precisan celular
No hace falta hablar de sexo. Elegimos un machito y que de las hembras se preocupen sus dueños
Si nos arrpentimos siempre habrá un buen amigo con bonito campo dispuesto a recibirlos

Conclusión: es más fácil con un perro. Pero así y todo me quedo con mis hijas. Es que, entre otras cosas, me llevo mejor con los piojos que con las pulgas!

jueves, 3 de marzo de 2011

Nanadependencia

La nanadependencia es el peor castigo de las madres modernas. De las que quienes, como yo, pretendemos trabajar al menos un rato fuera de la casa.

No he tenido mucha suerte últimamente. Desde la maravillosa Arminda que me acompañó los primeros 4 años de Sol y la amorosa Lili, que estuvo con nosotros un año y medio en Chile (hasta que se volvio a Perú), nada ha vuelto a funcionar. Pasó casi un año y sigo sin encontrar una persona que me ayude. Una compañera de equipo. Alguien que me permita ir a trabjar tranquila, reciba a las niñitas del colegio y juegue con ellas hasta las 5, cuando yo vuelvo a la casa.

Kena estuvo casi siete meses. Altiro nos dimos cuenta que tenía alma de sargento. No sé por qué no la invité a retirarse en ese minuto... siempre supe que, tarde o temprano, nos iba a cagar. ¡Y nos cagó nomás!

Hace tres meses me dijo que Sol no le hacía caso y que quería renunciar. Le dije que tuviera paciencia, que a las niñitas de siete años hay que ganárselas con tiempo. Contestó que lo hacía por Malena, porque la Male sí era exquisita...

Hace dos semanas me dijo que Sol era un amor, pero que Malena le tiraba al piso la comida y ella no podía trabajar en una casa sin modales. Le dije O.K, deme 15 días y se va. Veinticuatro horas más tarde se arrepintió.

Resulta que, según sus palabras: “un mensaje divino la hizo reflexionar, que ella no podía abandonar a las niñas”. Bueno, tercera oportunidad.

Ayer otra vez lo mismo: que Male botó los cereales y que se quiere ir...

Le dí 12 horas para que se fuera. Le pagué hasta el último centavo que le correspondía más un pasaje a Concepción y cerré la puerta de casa con furia y enojo. Insisto: la nanadependencia es un castigo. Debería ser una ayuda, pero es una maldición. ¿Cuál es la solución? No sé. Estoy INDIGNADA. ¿Qué una nena de tres años tire cereales al piso es grave? Yo creo que no.

Hay muchas dueñas de casa muy mal acostumbradas. Buscan alguien que haga la pega por ellas. Tienen a las nanas trabajando hasta la hora del pico y fuman en una esquina mientras la pobre empleada corre detrás de los cabros chicos. Juro que esa no es mi realidad. Y odio que ellas hayan tenido más suerte que yo en la búsqueda!! Qué injusta que es la vida!!

Mientras tanto, mi propia pega corre peligro. Si no encuentro alguien pronto dudo poder cumplir con mis obligaciones. Por que por más mala madre que yo sea, hago mi mejor esfuerzo... y eso incluye poner a mis dos amores por encima de todo. Aunque me queje. Aunque me de lata. Aunque prefiera mil veces estar en la redacción que jugando a la pinta.

Dicen que no hay mal que por bien no venga. Kena era un sargento y yo sigo buscando a Mary Poppins. Si alguien sabe de ella (o similar) le dice que me contacte. ¿Ya?

lunes, 21 de febrero de 2011

Objetivos 2011

Para la mayoría de las mamás, el año comienza en marzo. La dulce rutina se apodera de los niños y, por fin, podemos volver a tener 10 minutos para ir al baño sin que nadie nos abra la puerta.

Así las cosas, ahora que marzo nos está pisando los talones es un buen momento para plantear los objetivos del 2011. Aquí, los míos:

1. Pasar menos tiempo en el trabajo y más con las niñas (un poquito, ¡tampoco exageremos!)

2. Reducir al mínimo la ingesta de comida chatarra

3. Viajar más seguido a Buenos Aires a ver a la familia

4. Renovar mi licencia de conducir, por primera vez, antes de que se me haya vencido

5. No discutir con mi mamá (jeje, me estoy riendo sola)

6. Trabajar el concepto de paciencia (las utopías son válidas, por qué no)

7. Operarme las pechugas (basta de dar pena con mis pasas de uva!! Además, no me vengan con la onda natural. Qué tiene de natural el relleno de los push ups sin los cuales no me animo a salir ni a la esquina?)

8. Acordarme de que no quiero tener más hijos. Es que Malenita está creciendo demasiado rápido y tengo la teoría que ahí es cuando las mujeres bajamos la guardia y reincidimos, a pesar de que ya sabemos lo que nos espera.

9. Viajar sola con mi marido a celebrar los diez años de matrimonio

10. cumplir al menos tres de los nueve objetivos mencionados…

¿y ustedes qué tienen pensado?

sábado, 29 de enero de 2011

Una mamá económicamente activa

Pasó demasiado rápido. Todavía me cuesta creer que ya hace seis meses que volví a trabajar. En su momento escribí que me invadían una serie de sentimientos contradictorios. Hoy me siento en condiciones de hacer un primer balance: así como Dora necesita de Botas, el mapa y la mochila para ser una buena exploradora, yo necesito una pega, un sueldo fijo y un horario flexible para ser una buena mamá.

Es así de fácil, y ya lo comprobé: la maternidad full time me agota, me provoca asfixia. Por suerte a la mayoría de mis amigas les pasa igual. Por eso, supongo, son mis amigas. Antes pasaba mucho rato con unas primerizas que más que una maternidad ejercían un sacerdocio. Ahora, no. Me agotaron. Me hinché las pelotas de escucharlas hablar de sus hijas y de sus nanas. Hasta que no se compren una vida más interesante, he prometido no volver a compartir un café con ellas.

Una de las mejores cosas que tiene el trabajo es la posibilidad de tener un mundo propio absolutamente ajeno a la familia. Y, más especialmente, al marido. ¿Por qué? Porque sí. Porque lo encuentro divertido y ya. Porque nos da la posibilidad de entablar relaciones con personas diferentes que de no ser por la profesión, seguramente no conoceríamos.

Otro de los grandes beneficios del asunto es el económico. La que diga que no le da ni un poquito de picazón en el ego pedir plata y no producir nada (o.k, producir satisfacciones es importante, pero en el Jumbo no puedes pagar la cuenta con satisfacciones) me da lástima. Obvio que hay miles de excepciones. Pero en términos generales, esas mujeres no me simpatizan para nada.

Después de mucho tiempo me tocó viajar por pega. Lo primero que hice fue agradecer a Dios por la posibilidad de dormir tranquila durante 5 días. Lo segundo, fue meterme en Internet a comprar botas y demás huevaditas que me llegaron al hotel. Y no me dio ni un poquito de culpa. Ni le avisé a nadie. Simplemente lo decidí y lo hice. Lo admito: no puedo creer que una mujer adulta, con todas sus facultades, capacidades y permisos legales para trabajar, que simplemente decide andar por la vida de café en café hasta que los cabros salen del colegio, pueda manejarse económicamente de la misma manera.

Chiquillas, no nos engañemos. Trabajar es mucho más que ganar plata. Trabajar es ganar independencia y sobre todo es ganar tiempo libre (aunque suene contradictorio). Se mueren lo bien que la pasé en mi viaje de trabajo. Me agoté, es cierto. Pero podría agotarme voluntariamente de la misma manera varias veces más a lo largo del año.

En síntesis, estoy feliz de haber vuelto al laburo. Se los recomiendo! Veo menos a mis hijas, pero las disfruto más. Calidad, no cantidad. Es un buen deal!