viernes, 22 de julio de 2011

Amigas útiles... o inútiles, sin ánimo de ofender

Luego de algunos meses de ausencia, me dieron ganas de volver a hacer catársis. El asunto es el siguiente: a mis dos hijas las revolvieron de curso. Y eso quiere decir que a mí me revolvieron de madres. Tanto tiempo invertido en generar lazos con mis coapoderadas para no sentirme sola, hacer familia en Chile y, por qué no, poder pedir favores sin sentir culpa, y ahora están en la sala de al lado…

Andy además de ser mi amiga es mi vecina. Nuestros hijos eran compañeros y ella siempre estaba full dispuesta a cooperar conmigo. Hasta se ocupaba de alimentar a nuestras tortugas cada vez que viajábamos a Buenos Aires. Pero ahora ‘nos’ separaron… y cagué nomás. Algo parecido me pasó con la Carol. Que Malena y la Javi fueran compañeras era buenísimo (y comodísimo). Ahora es apenas un grato recuerdo… Pensé que a lo largo del semestre el tema mejoraría, pero nada. Vivo marcando ocupado. ¡No conozco a nadie!

Hubo un momento en el cual mis amigas tenían todo en común conmigo. Ahora admito que me viene mejor que tengan todo en común con mis hijas. Suena atroz, ya lo he dicho. Pero ¿quién puede decir que aún conserva intactas las relaciones con mujeres que no están en la misma parada? Las solteras se juntan con las solteras. Las casadas con las casadas. Las que tienen hijos con las que tienen hijos (y si son de la edad mucho mejor). Da lo mismo que soñemos con revolvernos, con salir a carretear con las solteras o viajar a Tahiti con las que han decidido postergar la maternidad… en la práctica, sabemos que es bien poco probable que suceda.

Es feo decir que una busca relaciones útiles, pero es honesto asumir que llega un momento en el cual si vamos a sumar amigas a nuestra selecta lista de afectos cercanos, más vale que valgan la pena. ¿De qué sirve entusiasmarnos con una compañera de trabajo bien chora, que comparte un montón de intereses pero que luego nos propone ir a hacer rafting a Mendoza por el fin de semana con un lote de mujeres que no tiene idea cuál es la palabra mágica para entrar a la casa de Mickey Mouse? Mejor compartir el almuerzo en el casino y después cada una a su mundo.

Hace algunos días se celebró el día del amigo, una fecha que en Argentina es casi tan importante como el día de la madre. Haciendo una especie de balance, caché que en verdad salvo mis cuatro mosqueteras de siempre (Vane, Pao, Aro y Vani), todas las otras amigas a las que quise saludar son mamás de compañeritas de las niñas. ¿Casualidad? No creo. Es un requisito: si quieren ser mis amigas, más vale sepan de lo que hablo cuando les diga Miska Musca Mickey Mouse.

Entiendo la teoría de que los cabros tienen que adaptarse a los cambios, que lo que no los mata los fortalece y que tendrán que enfrentar tantas situaciones estresantes por el resto de sus vidas que un cambio de curso es un buen ejercicio para inmunizarlos frente a la vida. La entiendo, pero no la comparto ni un poco. Si podemos hacerles (y hacernos) la vida más simple, ¿por qué siempre hay alguien dispuesto a complicar todo? Me carga que hayan revuelto los cursos. ¡He dicho!