martes, 20 de octubre de 2009

El reloj biológico

El reloj biológico está de moda. Ahora, todo pasa por el reloj biológico. Tienes que empezar con las cremas antiarrugas antes de que el reloj biológico marque que ya es irreversible, hay que ascender en el trabajo antes de que el reloj biológico indique que mejor una lolita recién recibida que cobra menos y tiene más entusiasmo, y por supuesto debes tener hijos antes de que el reloj biológico se quede sin pilas.

Pues bien, no sé en qué andaba yo por el año 2004, pero a mí nadie me había hablado del reloj biológico, y quedé embarazada con dulces 26 años.

Cinco años más tarde, ya con dos hijas, me siento en la obligación moral de alertar sobre esta cuestión a todas las mujeres –especialmente a mis nuevas amigas Marcela y Luiza-: escuchen a su reloj biológico, hasta que él no les avise que queda poco rato, ¡no tengan hijos!

No. No soy una madre arrepentida de su maternidad. Soy tan solo una humilde mamá joven enamorada de sus hijas... que podría haber esperado un par de años antes de conocerlas.

Como si Cenicienta se hubiese ido del baile un cuarto para las once. ¿Por qué?, si el Hada Madrina le dijo que tenía tiempo hasta las doce. ¿Para qué perderse, a voluntad, los últimos 75 minutos de la fiesta (que encima siempre suelen ser los mejores)? Esto es igual.

No escuchen a sus amigas con niños pequeños, esas que están orgullosas después de cada reunión de apoderados, concierto de flauta y competencia intercolegial. Escuchen a las otras, a las que acaban de llegar de New York y se compraron todo lo que estaba on sale, recorrieron China Town y a la noche fueron al teatro.

Háganme caso, ya habrá tiempo para las reuniones de colegio, los conciertos y las competencias. Pero si se adelantan al reloj biológico, créanme, se hace casi imposible escapar a Manhattan. A lo sumo, un fin de semana a Atacama. Y el paisaje será divino, pero no es lo mismo...

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