viernes, 30 de julio de 2010

“Pobrecita, no tuvo hijos”... ¿Pobrecita?

Cada vez me toca conocer a más mujeres de entre 30 y 45 años que no tienen hijos. Algunas en su momento lo han intentado sin suerte, otras todavía piensan que les queda tiempo para seguir analizando la cuestión y otras, simplemente, han decidido que no, que no quieren ni querrán traer niñitos al mundo.

Bien por ellas. Bien por las que se animan a caminar con la frente en alto a pesar de que el mundo entero las juzga. Veamos: cada una es libre de hacer con su cuerpo, y más específicamente con su útero, lo que se le de la gana. ¿Por qué estamos tan acostumbrados a cuestionar a quienes no han parido y no a quienes no han estudiado? O a quienes no han trabajado…

En pleno Siglo XXI, resulta absolutamente ridículo que el se señale a mujeres inteligentes, talentosas y sexualmente activas, sólo porque eligen no embarazarse.

Bastante rollo deben tener con explicar el tema en sus familias como para tener que hacerlo en grupos de amigas, y hasta en el trabajo…

Mi amiga Pilar se casó al mismo tiempo que yo, hace casi diez años. Desde entonces se lo pasa viajando, le va increíble en la pega, tiene la guata más chata que he visto en mi vida y obviamente no necesita push up. No tiene hijos y el tema no le quita para nada el sueño.

Creo que si alguien hiciera una encuesta sobre las verdaderas razones que llevan a la mujer a buscar un embarazo nos sorprenderíamos de la cantidad de minas que han “cedido” únicamente por un tema de presión social.

Recién leía en una página no demasiado seria de la web que a partir de los 30 años la fertilidad de la mujer se reduce un 90%. Suena bastante exagerado, pero seguro muchas toman la estadística muy en cuenta.... En lo personal, creo que son números ficticios creados por algún fabricante de pañales que ve en estas mujeres una auténtica amenaza para su negocio.

En fin, todo mi apoyo a este grupo de mujeres. Sí es cierto que la maternidad es algo hermoso que nadie debería perderse... pero también es cierto que en las historias de Peter Pan, siempre Campanita la pasa mucho mejor que Wendy!!

jueves, 22 de julio de 2010

Abuelas 2.0

Mucho se ha dicho sobre las nuevas generaciones de abuelas. Que ya no tienen tiempo para ocuparse de los nietos, que no les corresponde, que están ocupadas, que trabajan y luego están cansadas, o que no trabajan pero tampoco tienen ganas de sentarse a jugar todo el rato...

Mi mamá vino a Santiago por diez días, y lo único que hizo fue aperrar con mis niñas, las 24 horas del día. Mientras, yo pasé unas increíbles vacaciones de invierno encerrada en el nuevo trabajo, conversando con personas interesantes, y sin enterarme de lo que hacían las cabras chicas. ¡De lujo!

Lo que quiero decir es que esta cuestión de las abuelas 2.0 es pura hueveda. Hay abuelas como las de antes. Mi mamá es una de ellas. Terminó con la espalda doblada, las manos acalambradas, las uñas de los pies pintadas de diferentes colores (cada nieta se adjudicó un pie) y sin un peso, porque todo lo que trajo lo gastó en taxis, plasticina y entradas al cine.

Mamita: he aquí este humilde homenaje. Gracias por venir a ayudarme, y por enseñarme que aunque mis hijas algún día piensen que no las entiendo, y hasta que soy la peor del mundo, siempre habrá tiempo para la revancha. Y ese tiempo es con los nietos.

Creo que la clave está en saber pedir ayuda y, sobre todo, en dejarse ayudar. Nada de pedirles que vengan y dejarles un listado con lo que deben y no deben hacer. Ellas nos criaron. Mal o bien, nos hicieron como somos. ¿Cómo no van a poder arreglárselas con nuestros hijos? Vía libre a los dulces, a las bebidas, a acostarse tarde y a no bañarse todo los días. Si sus mamás se prestan, hagan la prueba. Así sí que da gusto estar de vacaciones...

jueves, 15 de julio de 2010

Mi amiga tuvo guagua

La semana pasada nació la Sofía y, como corresponde, pasé a saludar a mi amiga parturienta por la Clínica. Entré a la habitación y la guagua dormía plácidamente sobre la emocionada abuelita. Entonces la señora me mira y me dice: “Quieres cargarla”. No recuerdo haber contestado. No dije sí y tampoco dije no. Pero la cuestión es que cuando me quise dar cuenta, Sofía ya estaba en mi falda.

Se produce una cosa mágica cuando las madres entramos en contacto con un bebé tan pequeño. Al menos se produce en mí. Ese olorcito, esa piel arrugadita, esos diminutos piecitos, los ojos cerrados... En ese minuto, si me preguntaban, me animaba a buscar el tercero. Sólo en ese minuto, porque al segundo 61 ya estaba en mi sano juicio.

Más allá de la lata que me daría tener que empezar otra vez con los trastornos del sueño, la papa, los cólicos y el reflujo, no puedo dejar de pensar en el momento del parto...

Parir a Malena fue casi un chiste. Mi doctora me dijo “puje”, yo pujé, la guagua asomó la cabeza y a mí me agarró tal ataque de risa que la cabra se me atoró ahí abajo. Es que la carcajada contrajo los músculos y la cabecita quedó ahí, mitad dentro mitad fuera, hasta que pude terminar de reírme y seguir pujando. El de Sol fue bíblico... esa cuestión de “parirás con dolor”, sí que la cumplí al pie de la letra.

La guagua venía tamaño XL. Pesó 4.109 kg y fue vaginal. De solo recordarlo me duele. Me dijeron que puje y yo pujé. Pero era tan enorme que no pasaba. Más que sacar una sandía por un agujero del tamaño de una naranja, esto era sacar un cajón de sandías. Dos cajones. Una caravana de camiones cargados con cajones de sandía saliendo de una naranjita. Atrozzzzz.

La episiotomía fue enorme, y el postparto realmente horroroso. Me daba miedo ir al baño, toser, reírme. Es que todo me dolía. Dar papa me costó un montón (pero o logré) y recuperar mi peso ha sido hasta la fecha una misión imposible.

Y así y todo, cuando nació Sofía yo, como cualquier otra mamá en el mundo, quise volver a pasar por todo esto. Es que así somos las minas. Nos acordamos de lo que nos conviene cuando nos conviene. Y nos olvidamos de lo que nos conviene cuando nos conviene. ¡Sólo así se entiende cómo el mundo no está lleno de hijos únicos!

Esta tarde, mientras terminábamos la edición de la revista del domingo, comentaba con dos compañeras acerca del fin de semana largo. Dos nos quejábamos y una estaba feliz de tener tres días libres, y sin ayuda en la casa. Adivinen cuántas tenemos hijos y quién no...

Un amor Sofía. Un amor, ¡sobre todo porque es de una amiga y no es mía!

jueves, 8 de julio de 2010

Las distintas dueñas de casa

Mi amiga está indignada. Cree que este blog es simplemente un espacio para criticar y humillar a las dueñas de casa. Así que, para que deje de alegar, dedicaré las próximas líneas a reivindicar la labor de quienes deciden que en determinado momento, y por determinada razón, está buenísimo quedarse en la casa.

Para empezar, diré una vez más que no sólo las respeto sino que las admiro. No sé cómo hacen para pasar tantas horas con los niños y terminar el día con ganas de ir a tomar un copete. No sé cómo lo hacen para encontrar temas interesantes de conversación que no sean las nanas, los cabros chicos o las vacaciones de invierno. Yo pasé todo mi período de mamá full time sintiéndome bastante hueca... admiro que no les pase igual.

De todas maneras no existe un único modelo de dueña de casa. Alguna vez hablamos de las mujeres queni (queni trabajan, queni se ocupan de los niños). Hoy hablaremos de las mujeres curso, de las mujeres pyme y, finalmente, de las mujeres nadadoras.

Las minas curso son las que más allá de la elección de quedarse en la casa no pueden manejar el tiempo libre. O mejor dicho, saben transformar el tiempo libre en tiempo productivo. Van a cuanto curso las invitan. Da lo mismo si es para decoupage, para tejer escarpines, para escuchar a un violinista sueco o para aprender a preparar comida árabe. Todo lo que sea aprender y rodearse de gente las motiva. Me saco el sombrero por las mujeres curso.

Las chicas pyme son las que asumen las mil y una responsabilidades domésticas y administran las cuestiones familiares como si se tratara de una empresa. Estas mujeres cargan a los niños en el auto, van de aquí para allá, los acompañan a la terapeuta, los alientan en la clase de fútbol, les secan el pelo cuando salen de natación y recién después se sientan a hacer la tarea, para lo cual disponen de una innumerable cantidad de papeles metalizados, pompones de colores, lápices de doble punta y hojas de 90 gramos que llegarán al colegio sin una sola arruga. Si contrataran a alguien para hacer lo que ellas hacen, tendrían que pagar fortunas. Me saco el sombrero por mi amiga y por las demás chicas pyme.

Las nadadoras son las que se pasan todo el día haciendo naaaaaaaaaaada. Su condición es independiente de la cantidad de hijos que tengan. Nada por aquí, nada por allá. Se producen para ir al colegio porque saben que sólo allí verán a otros adultos en lo que resta del día. Y juraría que en el 90% de los casos tienen el pelo alisado con keratina y se han hecho la depilación definitiva. Me saco el sombrero por los maridos que aguantan mujeres nadadoras. ¡A mí me caen pésimo!

En realidad no sé si esto ha sido una reivindicación... pero juro que lo intenté. Lo importante no es qué hacemos durante el día, sino cómo nos sentimos con lo que hemos hecho. Da lo mismo lo que opine el resto, total siempre habrá espacio para la crítica. De un lado dirán que son todas huecas por no hacer nada, y del otro lado dirán que son huecas y además insensibles por querer hacerlo todo. Ladran Sancho, señal que cabalgamos...