jueves, 7 de enero de 2010

Diez reflexiones de mis días en Buenos Aires

1. Las mamás sirven en dos momentos particulares de nuestra vida. Cuando somos pequeños para que nos cuiden, y cuando tenemos hijos para que los cuiden. Dejar a los cabros chicos al cuidado de los abuelos es un verdadero lujo que había olvidado. Ahora, de los cinco a los treinta años, ¿para qué necesitamos una madre? Buena pregunta.

2. Las madres argentinas tienen cero drama con operarse las pechugas. Ví más tetas turgentes de lo esperado. Y me sentí muy, muy, muy humillada.

3. Lo que más extrañaba de Buenos Aires era tener la posibilidad de caminar por la calle. La lata es que están tan poceadas que terminé extrañando las avenidas sin vereda de Santiago. Pasear con un cochecito de guagua es una verdadera misión imposible. Una pena.

4. Yo creí que como allá estaba mi familia iba a desentenderme completamente de las niñitas. No pasó. Se ve que de verdad me quieren y me necesitan... Evidentemente sigo haciendo las cosas mal.

5. ¿Por qué será que los maridos creen que cuando una sale de vacaciones tiene que tener mejor humor y más apetito sexual que de costumbre? Sobre todo si las vacaciones no incluyen nana... Como ya dijimos: doble pega, ¿qué tiene eso de bueno? ¿O de sexy?

6. Si viajas a la Argentina no lleves perfume. Lleva repelente para los mosquitos que es lo único que vas a usar. No tiene nada que ver con la maternidad, I know, pero créeme que agradecerás el dato.

7. Las colonias de vacaciones son un gran invento. Es injusto que todos conozcamos a Steve Jobs y nadie a ese gran héroe que inventó la primera colonia. A ese hombre o mujer habría que darle el Nobel de la Paz (de la Paz mental).

8. Estaba en la piscina jugando con las niñitas, mientras mi marido tomaba licuado de durazno con naranja. Y en ese momento tuve una macabra revelación: soy el peor Mc Combo del mundo. Si él me deja, con esta guata y dos pendejas no me toma nadie. O bajo la guata, o cuido de mi marido.

9. Es un mito que las mujeres argentinas son lindas y flacas. Yo tengo UNA amiga gordita.

10. Lo mejor que le puede pasar a una madre en vacaciones... ¡es que terminen!

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