Tiene forma de tomate, es rojo como el tomate, redondo como el tomate y está detrás del cartel que dice tomates. Pero no sabe a tomate. Es una fruta insípida. Falsa. Una semilla alterada genéticamente para ser algo que no es.
Los hijos no son tomates, ni calabazas, ni sandías. No podemos
manipularlos como si se tratara de frutas o verduras para que se vean
más jugosos, más tentadores y apetecibles.
Son personas que corren, saltan, bailan, conversan, se escapan, se esconden, preguntan, desafían, sorprenden.
Es tan humillante ver cómo el sistema se caga en el sentido común. Tan triste asumir que la única forma de pertenecer es ceder a las presiones institucionales que patologizan absolutamente todo. Es como si los expertos se pusieran una venda para no leer las últimas investigaciones. El mundo entero avanza hacia un lado, y la educación chilena "de elite" va en sentido contrario.
Este debe ser el único país donde a los niños de 3 años se les exige dibujar una figura humana y a los 5 ya tienen que saber leer y escribir. El único que en primero básico califica con notas ¡y les da importancia! y, lo que es peor, el único que llama "detention" al castigo formal de los niños. Falta que le pongan rejas a la inspectoría y gritamos ¡bingo!
Alguien está equivocado. Llenar las aulas con niños que se comportan como una foto no es bueno para nadie. Ni para los que naturalmente se portan bien, ni para el resto. Porque la empatía, la tolerancia, los complejos de superioridad e inferioridad, el perdón, la paciencia y tantas otras cosas no se pueden aprender de un libro.
La culpa no es del docente. Ni siquiera de los colegios. La culpa es de todos nosotros que nos encerramos a llorar sin que nos vean, que tenemos un súper buen discurso frente a los amigos pero no somos capaces de sacarlo del contexto de un asado y llevarlo a las instituciones.
Tenemos tanto miedo de quedar fuera que nos hemos convertido en igual de falsos que el tomate perfecto. Vamos a las reuniones, decimos a todo que sí, firmamos colillas que nos parecen absurdas y trabajamos como esclavos para pagar los famosos apoyos externos. Nos convencimos de que lo perfecto es lo único posible, y nos olvidamos de lo divertido -sanador y necesario- que era transgredir alguna que otra norma. Preferimos que aprendan el cambio de las estaciones mirando fotos de gotas azules y no saltando charcos, porque ensuciarse el uniforme está muy mal visto y mojarse es muchísimo peor.
No podemos alterar la curiosidad ni la verborragia innata de los niños. Tampoco la paz familiar de toda una generación. Nuestras abuelas fueron pioneras en la universidad, nuestras madres en el mercado laboral y nosotras posiblemente seamos recordadas como la generación del outsourcing emocional. Estamos alterando el ADN de la maternidad.
Yo no quiero tomates perfectos ni sandías sin pepas. Estoy dispuesta a esperar que mis hijas maduren y a acompañarlas en ese proceso. Ninguna fruta pasa de verde a roja. Lo que nos falta, como generación y como sociedad, es transitar los amarillos con menos presiones y más sentido común.
martes, 28 de octubre de 2014
lunes, 21 de enero de 2013
¿Eres una mala madre moderna? Anímate al nuevo test
Después de un año completo, le sacan los frenillos a tu
hija. La ortodoncista jura que será el miércoles y tu la llevas, pero en la
consulta decide que mejor será en 48 hs más. Tu:
A- Hablas en tu trabajo, explicas la situación y vuelves a
llegar tarde el viernes para poder acompañarla, porque es un acontecimiento
demasiado importante.
B- Le pides a una amiga que justo tiene hora con la misma
ortodoncista que te haga la paleteada, acompañe a tu hija mientras le quitan
los brackets y luego te mande una foto para ver lo linda que quedó su sonrisa.
C- Le explicas a tu hija que lamentablemente, y por culpa de
la dentista, tendrá que estar una semana más con la ortodoncia. SI aguantó doce
meses tampoco es tan terrible…
Tu hija de cinco tiene dolor de oído. La llevas a la clínica
y le diagnostican una otitis externa, por lo cual debe pasar una semana sin
piscina en plena temporada de verano. Tu:
A- Conversas con ella y juntas planifican juegos
entretenidos para hacer en la casa los días que no irá a la colonia. Compras
puzles nuevos y hartos lápices de colores para que se divierta a la sombra.
B- Corres a la farmacia a comprar unos tapones para
los oídos, le dices a la tía de la colonia que ojalá no se sumerja más allá del
cuello y rezas por que el antibiótico haga efecto en tiempo récord.
C- Duplicas la dosis del antibiótico y ya. Al fin y
al cabo todo el mundo tiene otitis en esta época y nadie se ha muerto.
Descubres que, finalmente, tu y tu hija pueden compartir las
chalas. En verdad aún calza medio número menos, pero en las havaianas no se
nota.
A- Celebras que esté tan grande y salen juntas a
pasear al mall para que ella misma se elija sus nuevas chalas.
B- Le pasas las tuyas viejas y sales a comprarte
unas, aprovechando la ocasión.
Tu marido y tu hija chica se van de camping por el fin de
semana, y tu te quedas con la mayor.
A- Organizas panoramas para ambas. Aprovechas de
llevarla al cine, la invitas a almorzar y en la noche la dejas dormir contigo.
B- Invitas a su mejor amiga a pasar el fin de
semana con ustedes para que ellas jueguen juntas y nadie te reclame.
C- La mandas a dormir de su mejor amiga, y sales a
carretear con tu partner que se acaba de separar.
Te toca viajar por pega durante seis días, justo en época de
vacaciones escolares. Tu:
A- Rechazas el viaje de todas maneras. Ninguna
posibilidad de ausentarse con los niños todo el día en la casa.
B- Te vas feliz, y les compras a tu marido y a tus
hijos unos cuantos regalos para lavar cualquier mínima culpa que pueda haber
surgido.
C- Pides en el trabajo estirar el viaje tres días
más, porque la parte de pega termina un jueves y así aprovechas de pasar el fin
de semana sola y lejos de casa.
Mandan un mail de la empresa diciendo que por tratarse de
horario de verano, a partir de ahora saldrás más temprano.
A- Avisas en tu casa para que te esperen antes, y
llegas dispuesta a terminar el puzzle de 500 piezas que compraron el último
feriado.
B- Llamas urgente a tu manicurista y agendas las
horas por el resto del verano.
C- Ni pescas el mail. La sola idea de volver antes
a la casa te parece absolutamente innecesaria.
Tu hija de ocho te pregunta qué significa ‘Hacer sexo’. Tu:
A- Pides una hora con una psicóloga infantil para
pedirle asesoramiento sobre qué y cómo responderle.
B- Le dices que es algo que hacen las personas que
se aman y que hasta los 12 no vuelva a tocar el tema.
C- Le pasas las 50 Sombras de Gray, y que entienda
lo que pueda.
Respuestas y conclusiones:
Mayoría de A: apuesto a que te crees mucho mejor que yo.
Pues no, sólo tienes más tiempo libre. Aprovecha mientras te pesquen, porque
más temprano que tarde también a ti te dirán que no entiendes nada, que eres
pesada y que ya nadie te necesita.
Mayoría de B: cualquier parecido con la realidad es pura
coincidencia. No está tan mal, después de todo.
Mayoría de C: ¡Te pasaste! Siempre he criticado a las
mujeres que juzgan a otras mujeres, pero igual creo que todo tiene un límite.
Las 50 sombras a los 8 años es un poquito exagerado…
nos leemos! @vanirosenthal
martes, 27 de noviembre de 2012
A la mierda con el molde!
Noches sin dormir, peleas con el mundo, discusiones de pareja, planteamientos existenciales y tres millones de pesos sin reembolso. Eso es (aprox) lo que me costó un año entero de psicóloga más la evaluación psicopedagógica con profesionales externos que solicitó el colegio. Ese fue el costo que pagué para que todos se convencieran de lo que yo jamás dudé: que Malena es una niñita llena de recursos, con ganas de aprender, con un nivel de creatividad que excede la normalidad. Es curiosa, inquieta, dispersa, alegre y capaz de responder correctamente a los estímulos que se le ofrecen (esto último cuando ella quiere, para ser honestas). Mi hija, que posiblemente no sea un genio pero tampoco es idiota ni desadaptada, todavía no cumple 5 años. Es la más chica de su generación de prekinder.
Hubo un tiempo en el que estuve furiosa. No con el colegio, y mucho menos con las profesoras, que no podrían haber sido más amorosas y preocupadas. Lo que odié profundamente es ese ridículo nivel de exigencia al que nos obligan a someter a las guaguas. Porque, lejos de ser una mamá de esas que se andan baboseando por ahí, creo que mi Malenita es chica. Ella se jura grande, porque sabe que 9+5 es 14 (no tengo ni idea quién se lo enseñó y creo que es la única suma que hace bien) pero lo cierto es que hoy la han vacunado contra la meningitis porque forma parte del grupo de riesgo.
Pero, ya no estoy tan enojada. Lo que siento es una tristísima resignación. Porque sé que por más onda que yo le ponga, por más que en la casa pintemos con espuma de afeitar y hagamos malabares con las zanahorias, mis dos hijas están condenadas al orden. Y creo que el desorden es una parte fundamental del éxito de todas las personas talentosas que conozco y admiro. Mis grandes amigas del colegio, esas que siempre tenían promedio siete y nunca tenían un pelo por afuera de la trenza, se casaron con abogados y hoy son felices horneando queque en una cocina enorme que, por supuesto, no limpian. Las otras, las como yo, que pasábamos un buen tiempo en la inspectoría, somos mujeres felices con ambiciones que van más allá de los límites del living y el comedor. A todas nos fue la raja en la universidad y no tenemos ni la menor idea de cómo se hace un almíbar. Tampoco me interesa aprender a hacerlo... Pero tengo otras habilidades ;-D
Lo bueno es que no soy la única. Por lo que he visto y escuchado, cada vez somos más las mamás estresadas por situaciones ridículas. Conozco una mamá de mellizos que son secos para el fútbol, pero el colegio no los quiere en el equipo porque dice que son desordenados. Obvio, si para meter el gol hay que hacer un par de gambetas y que el adversario no las adivine. Obvio, si para ganar el partido hay que correr por donde los demás no corren y levantar la cabeza más alto para clavarla en el ángulo. Obvio, o acaso alguien se imagina a Messi cantando en el vestuario sin revolear la polera… Tengo una íntima amiga que tiene que cambiar a su hijo de colegio porque pasa a primero básico y no sabe leer. So what? ¿Cuál es el problema si aprende en unos meses más?
Que yo sepa, la educación chilena no ha dado muchos premios Nobel. Y las grandes eminencias locales que hay en la materia cuestionan la rigidez y el estrés al que son sometidos los niños. ¿Qué más necesitamos para reaccionar? ¿Cuánto más vamos a tener que pagar para hacer que los niños encajen en un molde que no les acomoda?
Cuando en lugar de citarnos del colegio por puras weas un psiquiatra nos diga que están deprimidos, o se vuelvan adictos a las drogas, o se encierren en la pieza como zombies porque se acabó el efecto de la pastillita será demasiado tarde. ¡A la mierda con el molde!
Todos los cabros son talentosos para algo. Sepan disculparme, pero creo de verdad que los colegios lo quieren todo servido en bandeja. Si todos los alumnos fuesen igual de aplicados y bien portados, el trabajo del docente perdería sentido y perdería también valor. Lo digo con conocimiento de causa: Malena tuvo este año unas profes atómicas, y si no se hubieran ocupado personalmente de sacarla adelante, el costo habría sido infinitamente mayor. No estaríamos hablando de plata, tiempo y esfuerzo, sino de autoestima. Desde esa óptica, encuentro que la saqué bastante barata…
En fin. Guardo la bronca en el bolsillo y rescato lo importante: que mi hermosa e inteligente princesita menor ya sabe que 9+5 es 14 y que definitivamente tiene ganas de aprender. Si no, no me habría preguntado si los piojos tienen que casarse para tener liendres. Ni hubiera querido saber cuántos años tendrá ella cuando yo me muera.
Cuando las mamás asumamos que el problema no son nuestros hijos sino nosotras mismas, que aceptamos las reglas de un juego en el que estamos condenadas a perder, todas estaremos mucho más tranquilas y felices.
Hacia allí voy.
PD: no se enojen por los meses de ausencia. Mi vida, como la de ustedes, es un precioso caos.
martes, 17 de abril de 2012
Soy un siete
Hace poco tuve un intercambio de opiniones con una sicóloga. Yo defendía la importancia de la calidad de tiempo que pasamos con nuestros hijos, y ella defendía la cantidad por sobre todas las cosas. Bueno, supongo que por algo ella se dedica a los temas de crianza y yo al periodismo femenino…
Los extremos existen en todos lados. En el fanatismo religioso, en el fútbol, en la moda y, por supuesto, también en la maternidad. Hay mujeres que creen que se trata de un sacerdocio, que entregan su vida a los niños. Dejan profesión, ambiciones y, a veces, hasta a los maridos en el camino. Viven por y para sus hijos. Se saben el spelling al derecho y al revés, inventan técnicas para destacarse cuando a los cabros chicos les toca hacer una presentación y obvio que son las presidentas de los cursos.
Yo una vez fui presidenta de curso. Me despidieron por mala gestión… bueno, nunca tanto, pero podría haber pasado. Está claro que no soy una madre modelo. ¿O sí? Sé perfectamente con quién juegan y con quién no porque se los pregunto, conozco sus canciones favoritas porque las cantamos juntas aunque muchas veces me fastidie tener que hacerlo, hacemos juntas la tarea justo cuando empieza el programa de TV que quiero mirar y les comparto mis maquillajes a pesar de que seguro alguna sombra terminará hecha trizas. Me entrego a ellas, pero no me inmolo por ellas. ¿Se cacha la diferencia?
Me consta que soy una privilegiada. Tengo una profesión que me permite una cierta libertad horaria que otras mamás no tienen. Pero aunque no la tuviera, igual trabajaría. Por mí, y por ellas. Porque encuentro que no hay peor madre que una mujer insatisfecha. Y la satisfacción es algo muy personal. Para mí pasa por compatibilizar el mundo profesional con el familiar. Para unas será armarles panoramas a los hijos, para algunas trotar en el gimnasio, para otras triunfar en la pega y, para la gran mayoría, un mix de todas esas cosas. Cada mujer es única, y también lo son sus circunstancias. Quién tiene ganas de juzgar por falta de cantidad de tiempo a una mamá que deja a los niños en una guardería porque tiene que salir a ganarse las lucas y los recoge cuando ya está oscuro. Yo, no. Me asumo absolutamente imperfecta, pero soy la mejor mamá que puedo ser. Es más, soy la mamá que me acomoda. Y por eso gozo con mis hijas: no las culpo por lo que pude haber sido, sino que les agradezco lo sí que soy.
Es hora de que todas nos despojemos de las exigencias de los libros y nos animemos a escribir nuestro propio manual. Con nuestras reglas, con nuestras necesidades. Esto no es matemática. No existe una fórmula del tipo tiempo+abdicación=madre perfecta. Y bastante culposas ya somos naturalmente como para que alguien venga de afuera a juzgar qué hacemos y cómo lo hacemos.
Si ser la mejor mamá implica pasar todo el tiempo del mundo con las niñas entonces soy un desastre. Ahora, si ser una buena mamá implica dedicarles tiempo de calidad en la medida que nos es posible, soy un siete. Y sí, yo soy un siete.
Saludos,
@vanirosenthal
Los extremos existen en todos lados. En el fanatismo religioso, en el fútbol, en la moda y, por supuesto, también en la maternidad. Hay mujeres que creen que se trata de un sacerdocio, que entregan su vida a los niños. Dejan profesión, ambiciones y, a veces, hasta a los maridos en el camino. Viven por y para sus hijos. Se saben el spelling al derecho y al revés, inventan técnicas para destacarse cuando a los cabros chicos les toca hacer una presentación y obvio que son las presidentas de los cursos.
Yo una vez fui presidenta de curso. Me despidieron por mala gestión… bueno, nunca tanto, pero podría haber pasado. Está claro que no soy una madre modelo. ¿O sí? Sé perfectamente con quién juegan y con quién no porque se los pregunto, conozco sus canciones favoritas porque las cantamos juntas aunque muchas veces me fastidie tener que hacerlo, hacemos juntas la tarea justo cuando empieza el programa de TV que quiero mirar y les comparto mis maquillajes a pesar de que seguro alguna sombra terminará hecha trizas. Me entrego a ellas, pero no me inmolo por ellas. ¿Se cacha la diferencia?
Me consta que soy una privilegiada. Tengo una profesión que me permite una cierta libertad horaria que otras mamás no tienen. Pero aunque no la tuviera, igual trabajaría. Por mí, y por ellas. Porque encuentro que no hay peor madre que una mujer insatisfecha. Y la satisfacción es algo muy personal. Para mí pasa por compatibilizar el mundo profesional con el familiar. Para unas será armarles panoramas a los hijos, para algunas trotar en el gimnasio, para otras triunfar en la pega y, para la gran mayoría, un mix de todas esas cosas. Cada mujer es única, y también lo son sus circunstancias. Quién tiene ganas de juzgar por falta de cantidad de tiempo a una mamá que deja a los niños en una guardería porque tiene que salir a ganarse las lucas y los recoge cuando ya está oscuro. Yo, no. Me asumo absolutamente imperfecta, pero soy la mejor mamá que puedo ser. Es más, soy la mamá que me acomoda. Y por eso gozo con mis hijas: no las culpo por lo que pude haber sido, sino que les agradezco lo sí que soy.
Es hora de que todas nos despojemos de las exigencias de los libros y nos animemos a escribir nuestro propio manual. Con nuestras reglas, con nuestras necesidades. Esto no es matemática. No existe una fórmula del tipo tiempo+abdicación=madre perfecta. Y bastante culposas ya somos naturalmente como para que alguien venga de afuera a juzgar qué hacemos y cómo lo hacemos.
Si ser la mejor mamá implica pasar todo el tiempo del mundo con las niñas entonces soy un desastre. Ahora, si ser una buena mamá implica dedicarles tiempo de calidad en la medida que nos es posible, soy un siete. Y sí, yo soy un siete.
Saludos,
@vanirosenthal
domingo, 19 de febrero de 2012
A mi manera
Algunas cosas que aprendí en los últimos meses:
No puedo seguir comiendo papas fritas todos los días. Ni la mejor crema anticelulitis del mundo hace efecto cuando acaricias los 35 años y te alimentas con pura chatarra.
Aunque creo que los problemas de chicos son de los chicos yo soy de las mamás que se meten. Me importa una raja el qué dirán. Creo fervientemente que cuando los cabros se pasan de la raya y un niño sufre es necesario conversar. Da lo mismo si nuestro hijo es el que llora o el que hace llorar. Hablar en serio sobre el ‘no le hagas al otro lo que no te gusta que te hagan a ti’ siempre es productivo. Vale con hijos de 5 a 25 años (después dudo q alguien acepte un sermón de la mamá).
Las suegras me dan pena. No importa cuánto nos ayuden, siempre vamos a encontrar un motivo (o varios) para criticarlas y comparar cuánto mejor es todo lo que hace nuestra querida madre. Aunque –muy en el fondo- sepamos que no es para tanto.
Como me dijo hoy una amiga, el título de este blog es absolutamente engañoso. La experiencia me ha dado paciencia y también perspectiva: cada una hace lo mejor que puede de acuerdo a las circunstancias que tiene. Juzgarnos entre nosotras es una estupidez.
Lamento haberme quejado tanto cuando mi hija mayor me pedía que le contara un cuento. Ahora yo quiero leerle y ella solo quiere que salga de su pieza! Los hijos crecen muchísimo más rápido de lo que nos gustaría y pasamos de ser la ídola a ser la pesada casi sin darnos cuenta.
La maternidad es un camino de ida. Como me dijo hace poco una colega: una vez que sale de la guata ya no hay nada que hacer, porque no se puede volver a meter. Así que si estás pensando en quedar embarazada piénsalo dos veces. Si estás por parir toma conciencia de que no será fácil y si ya pariste sabes perfectamente de lo que hablo. Por cada satisfacción hay al menos siete dolores de cabeza. ¿El consuelo? Las jaquecas nunca son eternas!!
Saludos,
@vanirosenthal
No puedo seguir comiendo papas fritas todos los días. Ni la mejor crema anticelulitis del mundo hace efecto cuando acaricias los 35 años y te alimentas con pura chatarra.
Aunque creo que los problemas de chicos son de los chicos yo soy de las mamás que se meten. Me importa una raja el qué dirán. Creo fervientemente que cuando los cabros se pasan de la raya y un niño sufre es necesario conversar. Da lo mismo si nuestro hijo es el que llora o el que hace llorar. Hablar en serio sobre el ‘no le hagas al otro lo que no te gusta que te hagan a ti’ siempre es productivo. Vale con hijos de 5 a 25 años (después dudo q alguien acepte un sermón de la mamá).
Las suegras me dan pena. No importa cuánto nos ayuden, siempre vamos a encontrar un motivo (o varios) para criticarlas y comparar cuánto mejor es todo lo que hace nuestra querida madre. Aunque –muy en el fondo- sepamos que no es para tanto.
Como me dijo hoy una amiga, el título de este blog es absolutamente engañoso. La experiencia me ha dado paciencia y también perspectiva: cada una hace lo mejor que puede de acuerdo a las circunstancias que tiene. Juzgarnos entre nosotras es una estupidez.
Lamento haberme quejado tanto cuando mi hija mayor me pedía que le contara un cuento. Ahora yo quiero leerle y ella solo quiere que salga de su pieza! Los hijos crecen muchísimo más rápido de lo que nos gustaría y pasamos de ser la ídola a ser la pesada casi sin darnos cuenta.
La maternidad es un camino de ida. Como me dijo hace poco una colega: una vez que sale de la guata ya no hay nada que hacer, porque no se puede volver a meter. Así que si estás pensando en quedar embarazada piénsalo dos veces. Si estás por parir toma conciencia de que no será fácil y si ya pariste sabes perfectamente de lo que hablo. Por cada satisfacción hay al menos siete dolores de cabeza. ¿El consuelo? Las jaquecas nunca son eternas!!
Saludos,
@vanirosenthal
miércoles, 30 de noviembre de 2011
Un drama es un drama. Una boludez es una boludez
Hace casi tres meses que no escribo y no quiero ahondar en detalles para no deprimir a nadie, aunque a modo de excusa aquí va un resumen: murió mi abuelo, ocho días después murió mi abuela y en el medio al hijo de una amiga muy querida le diagnosticaron leucemia.
Nos preocupamos por tantas boludeces que de vez en cuando la vida se encarga de sacudirnos un poco (o mucho) para recordarnos qué es realmente importante, y qué no lo es.
Cada vez que llega diciembre me pasa lo mismo: primero, me enojo conmigo por no haber hecho ninguna actividad física regular desde enero. Después, me desespero pensando cómo voy a sobrevivir hasta marzo.
Por algún motivo este año es diferente. Tal vez tenga que ver con este sacudón del que les hablaba. O tal vez sea simplemente porque las niñitas están más grandes. La cuestión es que me tiene absolutamente sin cuidado que se terminen las clases. Y encima tengo la cueva de que las mejores amigas de Malena son hijas de médicas, así que sus mamás tampoco están disponibles para llevarlas de paseo un martes a las 2 de la tarde y probablemente se junten con las nanas hasta que nosotras volvamos de la pega. La culpa compartida es menos culposa!!
Hoy se supone que Malena actúa de mariposa. Digo se supone porque sus maestras se encargaron de repetirme una y mil veces que tiene pánico escénico. OK, veremos. Y también le ponen los frenillos a Sol. Heavy, es el síntoma de vejez menos pensado. “Mi hija usa frenillos”. Ohhhhhh q vieja estoy.
El otro día organicé en casa la primera pijamada. Vinieron tres amigas de Sol, y no tuve mejor idea que prepararles una búsqueda del tesoro en el jardín. De noche, y con linternas. Lo pasaron increíble, aunque yo terminé raja después de treparme al árbol para esconder la pista siete y meterme debajo de la reposera para esconder el tesoro.
Soy ingeniosa y divertida con las niñas cuando quiero. El tema es que casi nunca quiero!!! La mayoría de mis amigas acaban de parir o están embarazadas del tercer hijo. Y la verdad es que encuentro que están locas. Si con dos la vida es manejable, para qué sumar un problema, por más dulce, mamon y regordete que pueda ser (el problema)??
Pienso en mi amiga y en su hijo con leucemia y me siento una imbécil. Eso es un problema. Todo esto es un moco.
Que el árbol no nos impida ver el bosque. Tener hijos sanos es una bendición y no una obviedad. Si Male no quiere bailar de mariposa me importa una raja. Si Sol no soporta los frenillos y a los diez días hay que sacaros los sacaremos.
Un drama es un drama. Una boludez es una boludez.
saludos,
@vanirosenthal
Nos preocupamos por tantas boludeces que de vez en cuando la vida se encarga de sacudirnos un poco (o mucho) para recordarnos qué es realmente importante, y qué no lo es.
Cada vez que llega diciembre me pasa lo mismo: primero, me enojo conmigo por no haber hecho ninguna actividad física regular desde enero. Después, me desespero pensando cómo voy a sobrevivir hasta marzo.
Por algún motivo este año es diferente. Tal vez tenga que ver con este sacudón del que les hablaba. O tal vez sea simplemente porque las niñitas están más grandes. La cuestión es que me tiene absolutamente sin cuidado que se terminen las clases. Y encima tengo la cueva de que las mejores amigas de Malena son hijas de médicas, así que sus mamás tampoco están disponibles para llevarlas de paseo un martes a las 2 de la tarde y probablemente se junten con las nanas hasta que nosotras volvamos de la pega. La culpa compartida es menos culposa!!
Hoy se supone que Malena actúa de mariposa. Digo se supone porque sus maestras se encargaron de repetirme una y mil veces que tiene pánico escénico. OK, veremos. Y también le ponen los frenillos a Sol. Heavy, es el síntoma de vejez menos pensado. “Mi hija usa frenillos”. Ohhhhhh q vieja estoy.
El otro día organicé en casa la primera pijamada. Vinieron tres amigas de Sol, y no tuve mejor idea que prepararles una búsqueda del tesoro en el jardín. De noche, y con linternas. Lo pasaron increíble, aunque yo terminé raja después de treparme al árbol para esconder la pista siete y meterme debajo de la reposera para esconder el tesoro.
Soy ingeniosa y divertida con las niñas cuando quiero. El tema es que casi nunca quiero!!! La mayoría de mis amigas acaban de parir o están embarazadas del tercer hijo. Y la verdad es que encuentro que están locas. Si con dos la vida es manejable, para qué sumar un problema, por más dulce, mamon y regordete que pueda ser (el problema)??
Pienso en mi amiga y en su hijo con leucemia y me siento una imbécil. Eso es un problema. Todo esto es un moco.
Que el árbol no nos impida ver el bosque. Tener hijos sanos es una bendición y no una obviedad. Si Male no quiere bailar de mariposa me importa una raja. Si Sol no soporta los frenillos y a los diez días hay que sacaros los sacaremos.
Un drama es un drama. Una boludez es una boludez.
saludos,
@vanirosenthal
viernes, 16 de septiembre de 2011
Lo hizo!!!!!!!!!!!!!!!!
Maradona hubiese dicho una grosería. Como cuando en esa conferencia de prensa le dijo al periodista: "A mi que me la chupen". Pero yo, que soy una lady, simplemente voy a decir: "¿Vieron que es completamente normal?"
En el jardín de Male celebraron el dieciocho y a ella le tocó vestirse de china. Fue un poco customizada (blusa blanca con puntitos rojos, falda negra y zapatos animal print), pero cumplió. La comunicación decía que no hacía falta salir a comprar así que nos arreglamos con lo que había en la casa.
Llegó feliz y primera a la sala y esperó sentada, pintando, que llegaran sus compañeros. Con mi marido ni siquiera llevamos cámara de fotos. Es que cuando tantas veces te dicen que tu hija se queda muda y recluida, te lo empiezas a creer.
Pero apenas sonó la música ocupó su puesto, puso sus manos detrás de la espalda y bailó el pica pica más bonito del mundo. Gozó, sonrió, saludó con una preciosa reverencia al terminar y, cuando preguntaron si todos tenían bandera de Chile en la casa, ella contestó que no "porque soy de Argentina".
Malena la tiene clarísima. Es mil veces más inteligente que todas las personas que alguna vez dudaron de ella. Mil veces más graciosa, más astuta, más creativa y buena amiga. Porque cuando vio que una niñita quedaba sin pareja, la invitó a que bailaran de a tres.
Acá iba un párrafo que, releyendo, consideré un poco ofensivo y decidí sacarlo. Jajaja, sorry a quienes me siguen, pero si en verdad pongo todo tal cual lo pienso temo ciertas miradas cruzadas que no tengo ninguna intención de tolerar!!
Perdón princesa por sospechar que algo de lo que decían de ti podía ser cierto. Eres seca Malenita. Menos mal que el papá de la Maya llevó cámara y registró tu alegría. Ni tus maestras podían creer lo concentrada que estabas. Bien por ellas, al fin y al cabo, que esta semana hicieron tanto refuerzo positivo que ya no sabemos qué hacer con tantos premios.
¿Moraleja? como ya dijimos mil veces, los niños son niños. No máquinas. Cada uno es un diamante en bruto (algunos más brutos que otros), pero lo importante es que todos tiene potencial para brillar.
En el jardín de Male celebraron el dieciocho y a ella le tocó vestirse de china. Fue un poco customizada (blusa blanca con puntitos rojos, falda negra y zapatos animal print), pero cumplió. La comunicación decía que no hacía falta salir a comprar así que nos arreglamos con lo que había en la casa.
Llegó feliz y primera a la sala y esperó sentada, pintando, que llegaran sus compañeros. Con mi marido ni siquiera llevamos cámara de fotos. Es que cuando tantas veces te dicen que tu hija se queda muda y recluida, te lo empiezas a creer.
Pero apenas sonó la música ocupó su puesto, puso sus manos detrás de la espalda y bailó el pica pica más bonito del mundo. Gozó, sonrió, saludó con una preciosa reverencia al terminar y, cuando preguntaron si todos tenían bandera de Chile en la casa, ella contestó que no "porque soy de Argentina".
Malena la tiene clarísima. Es mil veces más inteligente que todas las personas que alguna vez dudaron de ella. Mil veces más graciosa, más astuta, más creativa y buena amiga. Porque cuando vio que una niñita quedaba sin pareja, la invitó a que bailaran de a tres.
Acá iba un párrafo que, releyendo, consideré un poco ofensivo y decidí sacarlo. Jajaja, sorry a quienes me siguen, pero si en verdad pongo todo tal cual lo pienso temo ciertas miradas cruzadas que no tengo ninguna intención de tolerar!!
Perdón princesa por sospechar que algo de lo que decían de ti podía ser cierto. Eres seca Malenita. Menos mal que el papá de la Maya llevó cámara y registró tu alegría. Ni tus maestras podían creer lo concentrada que estabas. Bien por ellas, al fin y al cabo, que esta semana hicieron tanto refuerzo positivo que ya no sabemos qué hacer con tantos premios.
¿Moraleja? como ya dijimos mil veces, los niños son niños. No máquinas. Cada uno es un diamante en bruto (algunos más brutos que otros), pero lo importante es que todos tiene potencial para brillar.
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